Drabble de 405 palabras, escrito para Historias Originales de Cemzoo.
El escrito y sus errores son míos.
Reminiscencias opacas.
Mira a todos lados, y las sombras que apenas distingue le devuelven ese aspecto desolado y triste que ha visto desde que nació. Los agujeros en sus guantes rojos hacen que el viento se cuele y el frío le cale hasta los huesos, provocando que tiemble. Mete las manos en la chaqueta gris que tiene desde hace un mes y le resta importancia; sigue caminando.
Arriba parece interminable, no puede imaginarse lo que habrá detrás del espeso humo gris; pero le divierte en sobremanera escuchar a los más ancianos hablar de colores azules y nubes blancas, algo que ella consideraba fantasioso pero que igualmente escuchaba con cierto encanto. Era una niña, después de todo. Se tapa la nariz al pasar por los montes de basura, y no voltea a mirarlos porque le han contado que en el fondo de ellos hay personas que murieron en la guerra del agua.
Después de los montes, estaba la especie de aldea en la que ella vivía, un distrito olvidado después de la Tercera Guerra Mundial sepultado en lo que alguna vez fuera un país primer mundista. Las casas mutiladas con ventanales rotos y personas mirando a través de ellas con los rostros igual de blancos y demacrados que el de ella. Su hogar. En la casucha viven cuatro familias, lo cual ella agradece porque podría ser peor. El cuarto que su familia ocupa está al fondo de la planta baja; como sus sueños, como la humanidad. Se quita el sombrero para dejar ver su cabeza calva.
Se sienta en lo que alguna vez fuera un sillón, con la carita sucia del polvo de afuera. Contemplando a los adultos hablar de un porvenir ciego, cierra sus ojos marrones para dar paso a esos días que le cuentan los bisabuelos, donde existían el verde, el azul, el agua fresca y las sonrisas. Piensa en lo que aparece en las noticias de la ciudad, de los grandes avances, de la maquinaria, del aire artificial porque el oxígeno ya es casi algo desconocido.
Su padre dice que es la muestra rotunda de la soberbia humana. Ella no entiende esa palabra y le deja de prestar atención. Se saca los guantes rojos y antes de caer dormida una vez más, a su mente viene una frase que dentro del entendimiento de una niña de diez años sería fatal. Pero en el futuro, no tanto.
¿La muerte será igual de negra que el cielo?
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